Los normalistas lanzan cohetes contra el Palacio Nacional para exigir una reunión con López Obrador

El caso Ayotzinapa amenaza con reventar en la cara del presidente. Casi literalmente. Un grupo de normalistas, los estudiantes compañeros de los 43 jóvenes secuestrados por la policía y el grupo criminal Guerreros Unidos en septiembre de 2014, han arrojado cohetes y otros artefactos explosivos caseros contra la fachada del Palacio Nacional de Ciudad de México en la tarde de este lunes. Los alumnos de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos han regresado a la sede simbólica del Poder Ejecutivo, que se ha convertido en blanco habitual de sus protestas —en marzo derribaron una de sus puertas—. Una estrategia de escalada que busca que Andrés Manuel López Obrador se reúna con ellos y así destrabar el bloqueo que se ha instalado en la investigación por la desaparición de los 43. De momento, sin resultados.
De acuerdo con Milenio, ocho policías han sido heridos debido al lanzamiento de explosivos. Los normalistas han llegado sobre las 10.00 al Centro Histórico y se han manifestado hasta llegar al Palacio Nacional, donde han lanzado una decena de cohetes. Los agentes de seguridad que custodian la residencia del presidente han tratado de repeler a los manifestantes con escudos y extintores. Los estudiantes abandonaron el Zócalo a bordo de varios autobuses.
El caso ha alcanzado uno de sus puntos de mayor tensión de los últimos años. Las relaciones entre López Obrador y los familiares de los 43 están prácticamente rotas, con los parientes y los normalistas acusando al presidente de dejar morir la investigación para cuidar las espaldas del Ejército. Aunque el dirigente aseguró a mediados de abril que se reunirá con ellos el 3 de junio, el día después de las elecciones presidenciales, la promesa no parece haber calmado los ánimos.
El conflicto lleva desbordándose desde principios de año. El problema de raíz que denuncian los normalistas y los familiares de los 43 es la imposibilidad de acceder a cientos de documentos de inteligencia militar que, según ellos, contienen información básica para avanzar en una investigación sin progresos significativos desde hace años ni esperanza de tenerlos. La Secretaría de la Defensa Nacional niega la existencia de los informes y López Obrador cierra filas con ellos, pero hay evidencias que apuntan a que los archivos sí se encuentran en poder del Ejército: voces como la del grupo independiente de expertos (GIEI) que investigó por años el crimen (y abandonó México en julio, frustrado ante la negativa de las autoridades a colaborar) o el exsubsecretario de Derechos Humanos Alejandro Encinas, entre otras figuras de peso.